Dia 299 Guayaquil la Aldea
En diciembre 5 cumpliré oficialmente 12 meses
sin sexo. Aunque inicio tarde el recuento de este viaje, quise escribir este
blog para todas aquellas mujeres que, al igual que yo, están CANSADAS del juego
exhaustivo que envuelve a las relaciones. Cansadas de pretender ser ingenuas
ante claros patrones de seducción.
Decidí voluntariamente renunciar a lo estimulante por lo aburrido, a lo
excitante por lo monótono, a la lujuria por la cordura en un intento por
descubrirme a mí misma y poder transmitir lo vivido a mujeres que se sientan
identificadas con estas palabras. Y es que, aunque suene duro de creer, el no
tener sexo se puede traducir como una decisión que sueles tomar, no
necesariamente por carencia de candidatos, sino más bien por todas aquellas
lecciones que como mujeres, tenemos que aprender desde muy chicas... Aquellas
lecciones que te llevan a amarte de tal forma que puedas amar realmente a
otro... O al menos eso quiero creer. En este reencuentro quiero explicar a
través de historias reales lo que me llevó a esta decisión y cómo el tiempo y
las circunstancias reafirman mi convicción de esperar lo que todos creen
imposible: una conexión real explosiva que lleve al sexo a otro nivel de
entrega, en donde los cuerpos sean solo paredes que derrumbar para liberar la
lava de pasión que solo el amor puede activar. No, no me puse cursi; pero al
César, lo del César y al amor, lo del amor.
Mi nombre es Dan, tengo 30 años y regresé hace
exactamente 3 años a la ciudad de Guayaquil. Sí, Guayaquil es jodido. Conoces a
alguien en el colegio y probablemente lo vuelves a ver en la universidad. Si
tienes suerte, volverás a ver a esa persona en el cumpleaños de un amigo, los
jueves en un bar, desayunando un sábado por la mañana o en la playa. Si tienes
menos suerte, lo tendrás que ver todos los días en el trabajo hasta el día que
decida renunciar o que lo renuncien.
Sí, Guayaquil es realmente jodido. Y es que no
tienes la libertad de una ciudad cosmopolita de poder conocer a alguien sin que
1. Alguna de tus amigas lo conozca o 2. Alguien que conozcas lo conozca.
Realmente esto no tiene mayor impacto sino hasta que decidas buscar algo casual
para tus “necesidades biológicas”. Al estar la aldea al tanto de tu situación
actual, en dónde estudiaste, cuántas veces te amarraste, con cuántos hombres
has estado, cuánto ganas en tu trabajo, por qué te dejó tu último novio; en el
catálogo de mujeres disponibles podrías rápidamente, con tu decisión, convertirte
en un producto hueso junto a la repisa de las perras y las locas. Más allá de
la repisa que la aldea elija para ti, es importante tener claro que, de acuerdo
con tus decisiones, la aldea definirá tu etiqueta y está en ti y solo en ti
poder cortarla o crear una nueva en tu repisa. Esta segunda opción es muy poco
probable pues, aunque pequeña, la aldea es muy tajante sobre quién eres y con
lo que ellos proyectan, con quién deberías estar.
No me malinterpreten, la aldea también puede
contribuir como cupido siempre y cuando no te revuelques con sus habitantes
casados o amarrados, pues ahí podrías entrar a Grilla Land y eso es tema para otro blog.
Importante conocer que la aldea tiene tomadas
las redes para poder operar… Y es que hasta Tinder
se vuelve un campo minado: Uy, no le pongo like
porque vi que es amigo de la amiga de mi amiga. Uy, que ni me vean en Tinder porque después qué van a pensar
de mí; ¡pero es tan comprensible! Tengo
dos minutos conectada poniéndole “me gusta” a los chicos con los que me
interesa salir y en medio segundo, mis amigas me escriben por Whatsapp contándome la vida pasión y
muerte de cualquiera de los chicos que me interesan... ¡Guayaquil, qué jodido
eres!
No es sorpresa entonces, comprender por qué
muchas de las decisiones de dejar a un lado el tema de relaciones, provenga del
mismo hecho que todos aquí nos conocemos y para muchos es difícil aceptar el
equipaje que conlleva poder vivir a plenitud tu sexualidad y celebrarla como
mereces. No fui desterrada de Grilla Lland
(que yo sepa), ni estoy al lado de la repisa de las perras y locas; pero sí
creo que la aldea ha tenido para mí la etiqueta de “mujer dura”, no fácil de
llevar. La aldea me etiquetó; sin embargo, hallé la forma de engañar al sistema
y vivir experiencias que iré contando en este blog...
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